El único puente que Occidente no puede permitirse perder
España no es un país que "elige" a qué comunidades internacionales pertenecer. Es el único nodo occidental que articula simultáneamente tres ejes geopolíticos: Hispanoamérica, Europa y el Mediterráneo. En un mundo donde China, India y el Sur Global reconfiguran el poder, y donde Occidente ya no es el centro automático, los puentes valen más que los castillos aislados. La pregunta no es si España debe participar en múltiples comunidades. La pregunta es si esas comunidades pueden funcionar sin España.
Hispanoamérica: Opción valiente, ni perdón ni prepotencia
El idioma compartido con 500 millones de hablantes no es folklore cultural. Es poder duro. La historia común no es motivo de disculpa perpetua ni de nostalgia imperial. Es experiencia estratégica que permite hablar de igual a igual en un momento crítico.
América Latina enfrenta hoy una encrucijada: la inversión china masiva, la presión estadounidense renovada, la tentación del populismo antioccidental y la necesidad real de desarrollo. España puede ser el socio occidental que distingue entre desarrollo legítimo y dependencia depredadora. Puede validar proyectos chinos sin ser ingenuo. Puede criticar derivas autoritarias sin ser visto como instrumento yankee.
Conflictos concretos donde España es necesaria:
- Venezuela, Nicaragua, Cuba: Europa quiere sanciones. América Latina busca realismo. España puede mediar sin el lastre imperial británico ni la hipocresía moral que paraliza a Bruselas.
- Inversión china en infraestructuras: Mientras Washington ve infiltración y Europa pone barreras, España puede ser el validador que separa proyectos útiles de trampas de deuda.
La humildad aquí no significa pedir perdón constantemente. Significa mirar de frente la realidad del siglo XXI: Hispanoamérica no necesita tutores, necesita socios experimentados. España puede serlo si abandona tanto la prepotencia absurda como el complejo de culpa paralizante.
España como mediador necesario, no opcional
Esta es la tesis central: Europa está aislada y lo sabe. El norte europeo no entiende el Sur Global. Alemania solo ve mercados. Francia e Italia cargan con un lastre colonial en África que los inhabilita para negociar sin paternalismo. Bruselas habla de "valores" mientras pierde influencia real cada trimestre.
España tiene lo que Europa necesita desesperadamente: capacidad de hablar con el Sur sin ser visto como neocolonial, experiencia gestionando diversidad sin imposición cultural, y posición geográfica que la convierte en puente natural entre continentes.
Los conflictos donde España es indispensable:
Magreb y energía: El gas argelino es crítico para Europa. La tensión armada entre Argelia y Marruecos amenaza con escalar. La migración subsahariana va a multiplicarse por diez en veinte años. Francia está inhabilitada por su pasado colonial. Italia solo ve amenaza migratoria. España puede negociar porque tiene 800 años de experiencia conviviendo con el Islam mediterráneo sin ser ni musulmana ni colonizadora reciente.
América Latina como contrapeso: Estados Unidos oscila entre intervencionismo y aislacionismo. China avanza sin restricciones morales. Europa moraliza sin capacidad de inversión. España puede articular una tercera vía: inversión occidental con respeto a la soberanía, comercio sin condicionamientos ideológicos absurdos, diálogo político sin imposiciones.
Puente atlántico real: España puede hablar tanto con Washington como con López Obrador. Tanto con Bruselas como con Petro. Tanto con Marruecos como con Argelia. Esa capacidad no la tiene ningún otro país occidental. Y en un mundo multipolar, vale oro.
Mediterráneo: El tablero más peligroso y la alianza más necesaria
Olvidemos el turismo cultural y la retórica sobre "memoria compartida". El Mediterráneo es hoy el espacio más inestable de Occidente:
- Argelia y Marruecos se arman mutuamente con Rusia metida de por medio
- Turquía juega a neo-otomanismo controlando Libia y el Sahel
- El gas, las rutas migratorias y el yihadismo convierten cada crisis local en problema europeo
- La migración subsahariana apenas ha empezado
En este tablero, España necesita una alianza estratégica seria con Turquía. Es difícil, pero imprescindible.
Turquía controla el Bósforo, tiene influencia real en Libia y el Sahel, y entiende el Islam sin los complejos postcoloniales europeos. España tiene la frontera sur de Europa, experiencia histórica gestionando Al-Ándalus sin traumas paralizantes, y capacidad de negociar sin prepotencia. Juntos pueden crear un eje mediterráneo independiente tanto de París-Roma como de Washington.
Esto requiere superar recelos históricos y celos europeos. Requiere que Francia entienda que su tiempo en el Mediterráneo acabó. Requiere visión estratégica de largo plazo.
Pero sobre todo requiere entender que el verdadero cierre de Lepanto no es la victoria militar, sino la capacidad de construir un Mediterráneo estable donde cristianos, musulmanes y laicos puedan comerciar, negociar y prosperar sin matarse cada generación.
El papel de España no es "reactivar memoria cultural". Es SER el actor que evita que el Mediterráneo se convierta en el próximo Oriente Medio. Eso exige diplomacia dura, capacidad militar creíble y disposición a incomodar cuando sea necesario.
Europa: Bisagra útil sin complejos
España es periférica en Europa. Eso no es un problema, es una ventaja estratégica si se asume sin complejos.
Como bisagra entre el norte y el sur, entre América y Europa, entre África y la UE, España puede decir verdades que Berlín y París no quieren oír. Puede forzar a Europa a mirar al sur en vez de obsesionarse únicamente con Rusia y China. Puede recordarle a Bruselas que sin América Latina y sin África, Europa se convierte en una fortaleza aislada y envejecida.
Ser útil sin complejos significa dejar de pedir permiso para actuar y empezar a presentar hechos consumados. Significa liderar en el Mediterráneo aunque incomode a Francia. Significa articular la comunidad hispana aunque Washington prefiera tratos bilaterales. Significa ser socio europeo leal pero no sumiso.
Conclusión: Política exterior adulta
España deja de ser útil cuando acepta roles secundarios. Se vuelve indispensable cuando asume que su valor está en mediar conflictos que nadie más puede resolver sin ser visto como imperialista, ingenuo o irrelevante.
Eso exige política exterior adulta, inversión en capacidades reales y abandono definitivo del complejo de potencia mediana. La geografía y la historia ya hicieron su parte. España está en el único lugar de Occidente donde se tocan tres mundos críticos. Falta que la estrategia política esté a la altura.
En un mundo multipolar donde los bloques rígidos fracasan y la flexibilidad es poder, España tiene todo para ser protagonista. Pero solo si entiende que los puentes no son posiciones débiles. Son las únicas posiciones que permiten que el tráfico fluya cuando los castillos están sitiados.
La opción no es ser potencia hegemónica. Es ser nodo indispensable. Y España puede serlo si abandona la visión pacata y asume el rol que su posición le exige.
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