Esto no va bien. Y lo sabes.

Vivimos rodeados de discursos huecos. De trincheras ideológicas que solo saben repetir consignas. De una clase política más preocupada por conservar sus cuotas de poder que por resolver los problemas reales de este país. ¿Y sabes qué es lo peor? Que lo damos por normal. Que lo toleramos. Que lo tragamos como si no hubiera alternativa.

Pero sí la hay.

La política española está exhausta. No lo digo yo: lo sabes tú, lo sabe tu padre, lo sabe tu compañera de piso. La polarización ha convertido el Congreso en un plató de televisión. Las instituciones han perdido toda credibilidad. Los partidos tradicionales —PP y PSOE— arrastran décadas de corrupción, clientelismo, sumisión a sus aparatos internos. Y cuando surgieron alternativas —Podemos, Ciudadanos, Vox, UPyD— lo hicieron con ímpetu pero sin rumbo. Y fracasaron. No por falta de votos, sino por falta de proyecto. Por falta de integridad. Por falta de altura.

España no está estancada: está en retroceso. Mientras otros países avanzan, reforman, se adaptan al mundo que viene, nosotros seguimos en el “y tú más”. Las reformas estructurales que el país necesita —desde listas abiertas hasta el fin de los aforamientos— siguen guardadas en un cajón, como si fueran una amenaza para el sistema, y no su única salvación.

Y tú, joven, que estás leyendo esto, lo sabes mejor que nadie. Sabes que la política te ha dado la espalda. Sabes que a nadie le importa si te vas o te quedas. Sabes que los mejores perfiles de tu generación huyen de la política por el hedor que desprende. Y eso, eso sí que es peligroso.

Porque cuando la gente decente se retira, los que se quedan son los que viven de esto. Los que hacen carrera del oportunismo. Los que convierten el servicio público en una marca personal. Y así es como se desmoronan las democracias: no con tanques, sino con indiferencia.

Es hora de romper ese ciclo.
Es hora de actuar con responsabilidad.
Es hora de crear un espacio nuevo, limitado en el tiempo, con una única misión: rescatar la política para devolverla a la ciudadanía.

Ese espacio se llama Movimiento Ciudadano de Transición.

No es un nuevo partido. No es una marca electoral. No es un trampolín para futuros ministros. Es una propuesta excepcional para un momento excepcional.

¿Qué queremos?

Un periodo de transición de ocho años —dos legislaturas— para limpiar, reformar y reconstruir.
No nos presentamos a municipales. Ni a autonómicas. Solo a las elecciones generales.
No queremos coparlo todo: queremos que los partidos puedan regenerarse sin ser barridos.
Queremos poner el país en pie mientras la política se recompone.

Y lo haremos sobre seis principios innegociables:

  1. Transitoriedad: ocho años. Fin. Sin prórrogas ni “refundaciones”.

  2. Transversalidad: esto no va de bandos. Va de país.

  3. Foco nacional: solo elecciones generales. Dejamos espacio para que los partidos se reconstruyan en lo local y lo autonómico.

  4. Reformas de amplio consenso: ni ideología impuesta ni maximalismo. Solo lo que el país necesita y la mayoría respalda.

  5. Participación digna: gente nueva, capaz, valiente. Ciudadanos que vienen a servir, no a servirse.

  6. Rendición de cuentas total: transparencia radical, auditorías externas, y comunicación honesta desde el día uno.

¿Y cómo lo haremos?

Empezamos ahora. Reuniendo a personas como tú. De todas partes, de todas trayectorias. Empresarios, jóvenes, juristas, sanitarios, activistas, ingenieros. Gente que se ha hartado del cinismo y que quiere implicarse en algo que valga la pena. Desde ahí, se creará la organización necesaria para concurrir a las elecciones generales. Y después, ejecutar.

Pero esto no se hace solo.
Y esto no se hace sin ti.

Tienes dos opciones: mirar para otro lado o tomar parte en esto.
Seguir diciendo “no hay nada que hacer” o ser parte del grupo que decidió que sí, sí se podía hacer algo distinto.
No mejor. Distinto.

Esto no empieza con mítines ni con encuestas.
Empieza con un gesto. Con una decisión.
Empieza contigo.

👉 Entra aquí para únirte al Movimiento Ciudadano de Transición

Porque si tú no das el paso, lo darán otros.
Y ya sabes quiénes son los que no fallan a la cita.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Las opciones de Pedro Sánchez

Una vivienda no es una familia

El fin de la guerra de Ucrania: ¿Qué papel juega realmente la Unión Europea?