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Democracia difunta

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No hay ejercicio más frustrante que luchar por la vida de un difunto. Todos hemos tenido la tentación de pensar que podemos resucitar a un ser querido que ha fallecido, pero es importantísimo asumir la realidad para no sucumbir a las emociones y quedarnos en la nostalgia depresiva de añorar al difunto. Quiero defender en este humilde artículo lo que, para mí, son dos realidades evidentes de España que urge asumir y pensar en qué podemos hacer para crear otra realidad en lugar de deprimirnos, lamentarnos y caer en la nostalgia paralizante. Las dos realidades a las que me refiero son: la democracia española ha muerto y  los españoles no les importa un pimiento Vayamos con el punto número uno. En España se supone que tenemos una democracia parlamentaria , es decir, un sistema político basado en que existan tres poderes y que esos tres poderes sean independientes. Para que una democracia parlamentaria sea realmente digna de ser considerada democracia, el poder legislativo debe ser una inst

El malo o el tonto

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El nivel de mediocridad de los políticos españoles es impresionante y no nos puede servir de consuelo la estupidez de los políticos de los países vecinos y de los menos vecinos.  La razón para tanta mediocridad es que la política es hoy una profesión sin recompensa. Los jóvenes con verdadero talento, los números uno de las universidades (y probablemente también los números dos) prefieren optar por otras profesiones más recompensadas, profesiones donde se puedan conseguir las dos recompensas que más mueven a los humanos, riqueza material obtenida de forma licita y reconocimiento social. Ser político no te aporta ninguna de estas recompensas, ni riqueza material, a menos que se obtenga de forma ilicita, ni reconocimiento social. Por eso las filas de los partidos y los escaños de nuestros numerosos parlamentos están llenos de pobres mediocres que no pueden optar a los puestos que consiguen los jóvenes de talento.  Las elecciones del 23 de julio han sido, como siempre en los últimos años,

Política Atípica

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Llevamos varias semanas sometidos a un bombardeo de información, opiniones y diarreas periodísticas alrededor de la atípica moción de censura de VOX contra Pedro Sánchez. No cabe duda de que hay muchísimos factores que convierten a esta iniciativa en una muestra interesante de gesto atípico en la política actual. Los partidos, todos, de todos los bandos, se han lanzado a atacar ferozmente la iniciativa. Luego es evidente que esta moción de censura no conviene a ningún partido. Según parece no conviene ni al propio VOX, el promotor de la moción. Los medios de comunicación, todos a una, se han alineado, como no, con los partidos para poner como los trapos a la moción y, de camino, a VOX y a Ramón Tamames. Esto no hace más que confirmar el alineamiento de los medios con el cartel de los partidos políticos. Por lo tanto, no cabe la menor duda de que el acto al que vamos a asistir hoy en el Congreso de los Diputados no conviene a las organizaciones más influyentes en la política española. M

Socialistas hervidos

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Nunca había pensado que la parábola de la rana hervida se haría tan popular. Para los que no la conozcan el símil es sencillo y muy gráfico. Si intentas meter una rana en agua hirviendo, el animal, al notar el impacto repentino del calor, saltará y se librará de ser hervida. Si, por el contrario, metemos la rana en agua a temperatura ambiente y la vamos calentando lentamente, para cuando el calor sea excesivo la rana ya no tendrá fuerzas ni opciones de escapar. Creo que es bastante notable que los españoles estamos siendo los protagonistas del experimento de la rana. Si el gobierno de Pedro Sánchez hubiera tomado la decisión de amnistiar a los protagonistas del Procés y, en el mismo día, hubiera cambiado las reglas de designación de los miembros del CGPJ, el Tribunal Supremo y el Constitucional, los españoles, probablemente, habríamos salido a la calle y montado suficiente ruido como para detener esas decisiones. La rana, a lo mejor, habría escapado del agua caliente. Pero no, Sánchez

Ya sé a quién votaré

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Nuestras estructuras sociales, las que llamamos, sin fundamento alguno, democracias liberales, está en un proceso de decadencia realmente terrible. Si preguntas a la gente que te rodea cual es la causa de esta decadencia podrás escuchar dos versiones. Los que no son capaces de levantar la cabeza y reflexionar lo más mínimo te dirán que la culpa es de los gobernantes actuales, cosa bastante absurda porque la decadencia era igual cuando gobernaba el partido de enfrente. Los que tienen la capacidad de alejarse un metro del juego de los partidos políticos y observar con algo más de perspectiva, asegurarán algo así como que la decadencia es consecuencia de la ineptitud de “la clase política”, afirmación igualmente absurda. Es como si en una empresa los accionistas culparan a los empleados de las pérdidas paro no hicieran nada para cambiarlos. Cuando una empresa tiene problemas los responsables de cambiar de rumbo son los accionistas. En una supuesta democracia, como las que tenemos en occid

La izquierda necesaria

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Un poco de nostalgia. Hace 8 años, a principios de 2014, cuando me enteré de la puesta en marcha de Podemos, en aquellos días en que todos los políticos estaban intentando entender cómo aprovechar, o aprovecharse, del movimiento 15M, pensé que Podemos podría ser algo estupendo para consolidar una nueva visión de izquierdas que compitiera con un PSOE lleno de vicios por todas partes. Mi entusiasmo solo duró semanas. Enseguida dinamitaron mis ilusiones. En unos meses, aquel efímero equipo que lideraba Pablo Iglesias, ya había demostrado que Podemos era simplemente un ejercicio práctico de marketing político. Resultó evidente que era un puro experimento de desaprensivos en cuanto defendieron el paradigma de la revolución de octubre del 17 como modelo social de referencia y centraron sus propuestas en hashtags resultones pero de los que eran incapaces de hablar ni cinco minutos. Cuando basaron sus discursos en argumentos tan superficiales como “la banca es el enemigo” y posiciones tan adan

Bolívar y el golf

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La sociedad civil tiene derechos y responsabilidades. La élite de la sociedad civil, a la que pertenecéis muchos de los que estáis leyendo esto, tiene muchísima responsabilidad en lo que nos pasa. Tengo un amigo muy buen médico, ya jubilado, que siempre me decía que hay que aprovechar los episodios agudos de una enfermedad para entender lo que pasa y poder hacer mejores diagnósticos y, como consecuencia, establecer tratamientos acertados. La política en España está en un trance muy agudo de sus enfermedades. Sin necesidad de muchas analíticas ni resonancias magnéticas, solo viendo algunos ratos de las sesiones del Congreso de los Diputados, se evidencian claramente los síntomas y podemos sacar conclusiones sobre las causas. Los políticos, es decir, los partidos políticos que son los que realmente detentan el poder en España, dedican la mayor parte de su tiempo y sus neuronas a pensar en y pelear por alcanzar y mantener el poder. Es algo tan habitual que ya lo admitimos como normal. El