Las opciones de Pedro Sánchez

Para los que no somos sanchistas, la opción que ha elegido Pedro Sánchez de hacerse la víctima parece una estupidez. Él ha optado por presentarse sorprendido y defraudado por los suyos tras un análisis que, en realidad, parece totalmente racional. Es bastante posible que esa escenificación ante los españoles ya la tuviera preparada y ensayada desde hace tiempo.

A mí me parece que, racionalmente —insisto—, haciendo un análisis frío y calculador, la opción de víctima de una traición es la mejor, si no la única. Pedro Sánchez y su equipo deben haber leído mucho y repasado a fondo los escritos de Sun Tzu y Maquiavelo. Ellos, Pedro y su equipo, tienen una ventaja frente a los ciudadanos: no hay emociones en sus cálculos, solo intereses. Los ciudadanos, en cambio, filtramos las acciones de ese equipo maquiavélico —literalmente maquiavélico— con nuestra ira, patriotismo o ilusión; emociones y pasiones que perturban notablemente nuestra capacidad de análisis. Ellos no. No sufren ese tipo de distorsiones; sus pensamientos son fríos y racionales.

Pensemos en las reacciones de los ciudadanos que han recibido el mensaje victimista de Pedro Sánchez. Empecemos por los antisanchistas. Para quienes ya no pueden verlo ni en pintura, esto no ha hecho más que irritarlos aún más. Un escalón más en las emociones que sienten contra Sánchez, pero nada más. Con eso, PS no pierde nada; si acaso, gana al conseguir que sus opositores pierdan racionalidad, lo cual siempre le favorece.

Analicemos ahora qué habrán sentido, ante el espectáculo de victimismo, los ciudadanos que aún confían en Pedro. Para ellos, ha sido una salida conveniente para no tener que reconocer que han sido engañados. Una de las cosas más duras para un ser humano es admitir que ha sido timado. Esto, como bien sabemos, es una de las bazas más utilizadas por los timadores. Los sanchistas han visto el cielo abierto al poder quedarse con la conclusión de que no han sido engañados: han sido los malos malísimos quienes han engañado al pobre Pedro.

Un tercer grupo de ciudadanos a considerar es el de los indiferentes. Los que no se mojan ni están muy atentos al día a día de la salsa rosa política. Para ellos —si es que se han enterado—, esto no es más que un chascarrillo de tantos que ocurren a diario. Indiferente.

Por último, está el grupo de los colegas. Los que comparten intereses con Pedro: los independentistas, Sumar, Podemos, etc. Esto no es más que un clavo ardiendo, pero el único clavo que tienen a la vista.

Estarán de acuerdo en que, siguiendo este razonamiento, Pedro Sánchez y su equipo han elegido la única opción posible que no les significaba daños. Nos puede cabrear —es decir, generarnos pasiones y emociones—, pero hay que reconocer que han hecho un buen trabajo.

Por su parte, la oposición —sobre todo el PP—, con su proverbial torpeza y como nunca han leído a Maquiavelo, y mucho menos a Sun Tzu (y si los han leído, no los han entendido), se dedica a promover pasiones en los ciudadanos y en sus propias filas, que es precisamente lo que más conviene a los sanchistas.

Desde aquí recomiendo a todos mis lectores, y especialmente a los que sientan algo de patriotismo e ilusión por el futuro del mundo en general y de los españoles en particular, que antes de analizar y posicionarse ante los movimientos de Pedro Sánchez, lean o relean —según sea el caso— los maravillosos libros de Sun Tzu y Maquiavelo.

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