Los españoles somos muy malos ingleses

Estoy bastante seguro de que si le preguntamos a cualquier español como son los japoneses, la mayoría coincidiría en destacar que tienen cualidades como ser discretos, trabajadores, concienzudos, leales y alguna más según la experiencia de cada uno. Si hacemos la misma pregunta sobre los ingleses, o los anglosajones en general, obtendremos también respuestas concretas. Son educados, ambiciosos, astutos, buenos vendedores, serios, etc.

Por alguna razón, seguramente por acontecimientos históricos, los españoles aprendimos que ser como éramos nos había hecho fracasar. Cómo sociedad, como pasa a cualquier ser vivo, las malas experiencias nos hicieron asociar nuestras cualidades como causas de nuestros sufrimientos y las de los vencedores como claves para su éxito. Aprendimos que ser ambicioso, astuto, presuntuoso o taimado son cualidades envidiables, mientras que ser altruista, solidario o generoso son casi defectos de los que debemos avergonzarnos.


Los españoles llevamos más de dos siglos, al menos desde nuestra derrota en Trafalgar en 1805, intentando, subconscientemente, imitar las cualidades de los ingleses. Nos deslumbra su capacidad de aparentar lo que no son, su inmenso cinismo que les permite, sin ruborizarse, matar a un centenar de negros por la mañana y escribir un artículo contra el racismo por la tarde. Mientras admiramos esas “cualidades” de los anglosajones, nos avergonzamos de nuestra necesidad de ser sinceros y auténticos, nuestra irrefrenable inclinación a poner la verdad y la justicia por delante de nuestros propios intereses. Aunque no podemos parar nuestros impulsos por ser solidarios y generosos, en el fondo, los consideramos debilidades terribles que nos privan de la fortuna que se logra con las “virtudes” anglosajonas.

Intentar ser mejor inglés que un inglés es absurdo. Luchar por conseguir que nos motive la visión egoísta y egocéntrica de los anglosajones nos ha sumido, como sociedad, en un profundo estado depresivo terriblemente autodestructivo del que sólo podemos salir eliminando la causa profunda del problema. Dejemos de intentar examinarnos cada día de anglosajones. Dejemos de ver como ideal su forma de ver el mundo. Trabajemos para defender nuestra visión del mundo.

En el siglo XXI, cuando la revolución digital está banalizando el valor de los activos materiales, cuando la automatización y la inteligencia artificial está poniendo en cuestión el valor de los humanos como elementos productivos, cuando el valor en alza es la humanidad y la inteligencia emocional, los españoles tenemos la oportunidad de aportar al mundo nuestra visión de la importancia de la humanidad, la verdad y la justicia para avanzar en un progreso de occidente distinto al que los anglosajones han liderado en los últimos siglos. 

Este gran cambio económico y social es la oportunidad que deben entender nuestros jóvenes para liderar una gran evolución en los valores de occidente.

Mi cabeza de ingeniero y los muchos años de consultor hacen inevitable que tenga que terminar con unas recomendaciones para avanzar en este objetivo:

  1. Debemos profundizar en nuestros puntos fuertes y trabajarlos para sentirnos orgullosos de ellos disfrutándolos.

  2. No ceder a la autocomplacencia y no dejar de aprender de las virtudes de los otros aplicándoles la misma capacidad crítica que aplicamos a las nuestras.

  3. No dudar en influir en la evolución social difundiendo y promoviendo los valores en los que realmente creemos.

Comentarios

  1. Una reflexión de excelencia. Totalmente de acuerdo en todo, Manuel

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  2. "matar a un centenar de negros por la mañana y escribir un artículo contra el racismo por la tarde" Epico.

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