Ya sé a quién votaré

Nuestras estructuras sociales, las que llamamos, sin fundamento alguno, democracias liberales, está en un proceso de decadencia realmente terrible. Si preguntas a la gente que te rodea cual es la causa de esta decadencia podrás escuchar dos versiones. Los que no son capaces de levantar la cabeza y reflexionar lo más mínimo te dirán que la culpa es de los gobernantes actuales, cosa bastante absurda porque la decadencia era igual cuando gobernaba el partido de enfrente. Los que tienen la capacidad de alejarse un metro del juego de los partidos políticos y observar con algo más de perspectiva, asegurarán algo así como que la decadencia es consecuencia de la ineptitud de “la clase política”, afirmación igualmente absurda. Es como si en una empresa los accionistas culparan a los empleados de las pérdidas paro no hicieran nada para cambiarlos.

Cuando una empresa tiene problemas los responsables de cambiar de rumbo son los accionistas. En una supuesta democracia, como las que tenemos en occidente, los responsables de cambiar a los empleados, es decir a los políticos, son los ciudadanos con su voto. Si los ciudadanos, los que eligen a los políticos, que son sus empleados, se inhiben y miran para otro lado, se convierten en responsables directos del deterioro de la sociedad en la que viven.

Claro que no todos los ciudadanos son igual de responsables. Los más fuertes, los más capaces son, sin lugar a duda, los que más responsabilidad tienen. Los ciudadanos, además de responsables son, al mismo tiempo, como les pasaría a los accionistas de una empresa, los perjudicados por el deterioro social. En el perjuicio por la decadencia tampoco todos estamos afectados por igual. Los más perjudicados son, por razones evidentes, aquellos a los que les queda más tiempo por vivir, es decir, los más jóvenes.


Por todo esto, si alguien me pide mi opinión sobre los responsables de la decadencia de nuestra sociedad, yo identifico a dos grupos sociales. La élite social y los jóvenes. Cuando digo élite no me refiero a los cuatro super millonarios ni a los super empresarios, me refiero a ese 5% de ciudadanos, en España entre dos y tres millones de personas, con formación universitaria, con buen poder adquisitivo, con buenas relaciones y, por tanto, con capacidad de influencia en su entorno. Seguramente tú, que estás leyendo este artículo, y yo mismo formamos parte de esa élite del 5% de la población especialmente responsable de nuestra decadencia. Ya sé que es bastante incómodo asumir esa responsabilidad y resulta mucho más fácil culpar al político de turno. La irresponsabilidad de culpar a los administradores es comprensible pero también nos quita toda la legitimidad como ciudadano para pedir responsabilidad a otros.

Decía que yo responsabilizo a dos grupos, esa élite del 5% que ya expliqué a quién me refiero y, por otro lado, el otro grupo responsable es la juventud mortecina. Es increíble que los jóvenes, digamos la población de españoles entre 18 y 30 años, otros dos o tres millones de ciudadanos, para los que la decadencia de la sociedad en la que viven puede afectar al 70 u 80% de su vida, están estúpidamente convencidos de que la responsabilidad de conseguir un futuro mejor para ellos depende de otros. Sinceramente no entiendo porque creen que están vivos si actúan con la pasividad de los cadáveres.

Como había dicho antes, yo me siento parte del primer grupo, inevitablemente formo parte de ese 5% que tiene mayor responsabilidad y lo asumo. Cómo ya decía en mi articulo Democracia Bursátil, creo que esto que llamamos sociedad civil tiene la obligación de influir en los políticos, esos chicos en los que delegamos la administración de la cosa pública, para intentar dar un rumbo más sensato a nuestra sociedad y frenar su decadencia.

Mi aportación a través de este artículo es sencilla:  anuncio que votaré en las próximas elecciones a cualquiera de los partidos “democráticos” que incluya en su programa, y de garantías de que lo va a cumplir, al menos cinco de las 10 medidas que enumero a continuación. Considero como partido democrático a todos los que hoy están representados en las Cortes Generales excepto a los nacionalistas. Incluirlos ya sería forzar demasiado el adjetivo “democrático”.

Las diez medidas posibles a incluir en los programas y que me harían votar a unas siglas, las separo en dos grupos diferentes:

Grupo 1, medidas encaminadas a frenar la tendencia de los partidos políticos a hacerse con un poder absoluto.

  • Reducir en, al menos, un 80% el número de cargos políticos aforados.

  • Reducir en, al menos, un 50% el número de cargos de libre designación, es decir que no son ni funcionarios ni personal laboral normal, pagados por el erario público en las distintas administraciones.

  • Promover una ley que impida que ningún cargo electo pueda decidir incrementar su retribución si dicho incremento no formaba parte de su programa electoral.

  • Promover una reforma de la ley electoral para usar listas abiertas en las elecciones al Congreso de los Diputados.

  • Prohibir explícitamente la imposición de la Disciplina de Voto en las votaciones tanto del Congreso de los Diputados, como del Senado y de los Parlamentos Autonómicos.

Grupo 2, medidas dirigidas a conseguir en España un desarrollo económico y social ilusionante para todos los españoles.

  • Poner en marcha un plan para hacer mas eficientes las estructuras del estado (Sanidad, Educación, Justicia, etc.) estableciendo métricas de eficiencia y reinvirtiendo todos los ahorros que se alcancen en los propios servicios. Sin reducir en nada la parte de los Presupuestos Generales del Estado dedicados a cada tema, pero si haciendo un uso más eficiente de los impuestos que aportamos entre todos.

  • Crear una agencia independiente que publique y controle el uso de todos los fondos internacionales, europeos o de cualquier otro origen, que se reciban en España.

  • Crear un plan de coordinación entre universidades, públicas y privadas, para conseguir en 10 años contar con jóvenes formados en especialidades que aseguren el desarrollo de la industria española para el siglo XXI.

  • Crear un fondo de económico, con participación pública y privada, que ponga en valor la pertenencia de España a un colectivo de más de 600 millones de hispanos, promoviendo el emprendimiento en colaboración con todo el mundo hispano.

  • Promover medios de comunicación independientes prohibiendo totalmente el uso de fondos públicos para financiar medios de comunicación privados.

Yo votaré a cualquier partido que recoja en su programa, sin ambigüedad, al menos, 5 de estas 10 medidas y pido a todos los españoles sensatos que hagan lo mismo.


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