Ateos Católicos

Hace tres mil años no existía La Sexta ni CNN ni Naciones Unidas ni Greta Thunberg.

Hace tres mil años no existían las complejas estructuras legales que tenemos hoy ni organizaciones judiciales para hacerlas cumplir. No había medios de comunicación de masas para hacer llegar al último rincón del mundo en que consiste ser buen ciudadano.

Hace tres mil años si alguien con poder quería conseguir que las personas siguieran unas normas tenia que seguir tres principios elementales:

  • Hacer que muchas personas se convirtieran en propagadores de esas normas.

  • Pensar en normas muy simples, que fueran fáciles de entender y que no se deformaran demasiado al ser repetidas.

  • Asociar su incumplimiento con el castigo que podría aplicar algún ser sobrenatural y todopoderoso, es decir, Dios. Este temor a Dios tenía que sustituir a lo que hoy son las instituciones judiciales y la policía.
Por lo tanto, en mi opinión, Dios fue un estupendo invento para hacer que muchos siguieran unas normas sencillas que podía difundir cualquiera. Una forma muy eficiente de conseguir que muchos siguieran unas normas, buenas o malas, dictadas por el poder.

Luego aparecieron ¡como no! los espabilados que entendieron que podían vivir, incluso vivir muy bien, haciéndose profesionales de difundir las normas (supuestamente dictadas por Dios) y vigilar su cumplimiento. Aparecieron los sacerdotes, siempre pegados al poder, y sus organizaciones, las iglesias.


Tengo el máximo respeto por las personas que creen que lo de Dios no fue un invento útil del poder y espero que ellos tengan por mi visión el mismo respeto que yo tengo por ellos. Los que tengan ese respeto podrán entender lo que digo a continuación, los que no deben ir rápidamente a buscar consuelo espiritual siguiendo los reglamentos de su iglesia.

Por lo tanto, para mi, es claro que Dios, los sacerdotes y las iglesias no son más que un vehículo para articular y difundir unas normas de convivencia entre los humanos en un momento y lugar concreto. Esas normas básicas que se querían difundir son el núcleo de cada religión y es lo que, para un ateo convencido como yo, tiene sentido analizar. 

Es evidente, en mi opinión (no os ofendais por lo de evidente, basta con que me respetéis), que a todas las religiones se les ha ido mucho la mano con las normas que han inventado los sacerdotes para proteger su propio negocio y en la concentración de poder que han conseguido. Este tema de la hipertrofia de las iglesias no es el que me ocupa hoy.

No soy un experto en religiones (y mucho menos en iglesias) ni tengo ninguna intención de llegar a serlo pero, si tengo que elegir un conjunto de normas sociales útiles para nuestro tiempo y nuestro lugar, sin lugar a duda, las que más me convencen son las de la religión católica.

  • La barbaridad de los luteranos de salvarse (lease "ser buenos") simplemente por tener fe me parece perder la razón de fondo de una religión que es hacer que los humanos nos comportemos de una forma determinada, es decir, la importancia de las obras.

  • La cortedad de miras de eliminar la versión rudimentaria del psicoanálisis que es la confesión fue un gran paso atrás (Carlos I lo dijo más de una vez).

  • Eliminar a los santos como personajes humanos que sirven para saber a quien deben imitar los seguidores de la religión han puesto muy difícil encontrar referentes.

Por estas razones es por las que me suelo definir como "un ateo profundamente católico". Nada es perfecto pero es la mejor religión que conozco y mucho más completa que las que inventan los enanitos políticos que nos rodean.

Para terminar, solo dos reflexiones basadas en este ateo punto de vista:
  1. Es mucho más importante ser católico que ser creyente. Me explico, es mucho más importante defender unas normas sociales justas que la consideración de si las defendemos por que nos parecen buenas o por que creemos que existe un ser sobrenatural que nos vigila.

  2. Durante algunos siglos la motivación más profunda de los españoles para ir por el mundo y dominar territorios era difundir esas normas que nos gustaban. Desde hace un siglo más o menos hemos confundido esas normas, la religión, con la iglesia y hemos dejado de defenderlas para que nos se nos identifique con las maldades de una iglesia, lo que es una gran torpeza que deberíamos superar cuanto antes.


Conclusión: sería estupendo que todos los españoles católicos, creyentes o no, nos unieramos para defender estos principios sociales en todos los rincones del mundo a los que podamos llegar.





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