Movimiento para la Segunda Transición

España necesita una segunda transición. Intentaré explicar cuales son los cambios fundamentales que se necesitan, las razones para hacerlos pronto y porque creo que la única forma de realizarlos es con una Segunda Transición.

Yo viví en directo el proceso de transición que se produjo en España a la muerte de Franco y creo que fue un proceso ejemplar pero imperfecto.

Muchos éramos muy pesimistas sobre los acontecimientos esperables al morir el dictador. Sospechábamos lo peor de unos dirigentes que entonces ni conocíamos, dudábamos de cuál sería la reacción popular ante acontecimientos dramáticos, temíamos la reacción de partidos sin cuadros directivos ni experiencia en tomar decisiones importantes en momentos de mucha tensión y nos asustaban las posibles reacciones de poderes fácticos, la élite económica, el Ejército o la Iglesia Católica. Estábamos convencidos de que aquello terminaría mal.

La realidad nos sorprendió. Se unieron el sentido común de líderes políticos increíblemente serenos, la admirable madurez de los responsables de poderes fácticos  y la gran inteligencia del comportamiento de los ciudadanos.

Recuerdo perfectamente el 24 de enero de 1977, en la Plaza de la Villa de París. Era el funeral por los abogados asesinados en el despacho de Atocha. Yo tenía 22 años y, como nunca me ha gustado perderme la vida, allí estaba, en medio de una masa de españoles asustados, tristes, tensos y enfadados. La tensión era inmensa, podía sentir dentro de mi cabeza la carga de todos los cerebros concentrados en aquella plaza. Ese día pensé que la transición había terminado. Estaba seguro de que alguien estaba poniendo en marcha una espiral de la que no podríamos salir.



Pero lo conseguimos. Los españoles, los de arriba y los de abajo, nos comimos la ira y conseguimos convertir nuestro miedo y nuestra tristeza en serenidad e inteligencia. Esa reacción nos permitió controlar impulsos cuando ETA asesinaba y moderar las reacciones ante crisis y provocaciones de todo tipo. Sin duda la transición fue ejemplar.

Lo que ya fue imposible es que en la transición resolviera todos los problemas pendientes, por eso digo que fue imperfecta. En aquellas circunstancias el dicho de que “lo mejor es enemigo de lo bueno” era muy aplicable y, por suerte o inspiración, se hizo la transición posible.

Esta transición ejemplar, aunque imperfecta, dejó una importante lista de temas pendientes y ahora hemos llegado al punto en el que esos temas pendientes se están convirtiendo en críticos. Ninguno de estos temas pendientes era fácil de acometer y por eso se quedaron pendientes. No era nada fácil encontrar consensos para resolver algunos temas en los que los intereses eran profundos y muy dispares.

Ahora la sociedad española está estancada y esto es especialmente grave en un momento en que los problemas que tenemos que afrontar son enormes. La clase política, incapaz de enfrentarse a los problemas más graves, se ha atrincherado, en grupo, en un mecanismo que consiste en distraer a los ciudadanos con enfrentamientos, en general, frívolos y superficiales o, cuando no pueden tapar algún tema de fondo, frivolizar y superficializar la visión de problemas serios (Greta Thunberg es el mejor ejemplo)

La velocidad con la que la robotización nos aproxima a una crisis histórica y global del empleo, el abrupto cambio en los intereses y equilibrios internacionales, el problema real de nuestra aproximación a los límites del planeta o la imparable fuerza de las migraciones forzadas por la ósmosis de la pobreza, son problemas para los que necesitaríamos una sociedad civil y una clase política fuertes y concentrados en su solución. Telediarios y tertulias políticas regodeándose en anécdotas sobre Torra, el incremento de poder de Iván Redondo o criticando ardientemente  conferencias de asociaciones LGTB en los colegios, son un indicador de hasta qué punto las habilidades de prestidigitación de nuestros limitados líderes políticos están consiguiendo su objetivo. Por lo tanto necesitamos esos cambios ya.

Todos los cambios pendientes implican superar tensiones sociales extraordinariamente importantes, igual que ocurrió en el 75. Muchos de estos cambios imprescindibles significan, además, reducir notablemente el poder y la situación de confort en la que viven los políticos y sus partidos. Por lo tanto, la única posibilidad no violenta es conseguir una amplia y profunda  involucración de la sociedad civil. Solo cuando los políticos vean esa involucración y entiendan que han dejado de distraer y confundir al pueblo, aparecerán en los partidos líderes de verdad que nos ayudarán a trabajar en esta evolución imprescindible. A esto es a lo que llamo una Segunda Transición.

Los cambios más importantes que debería acometer España sin dilación, algunos de los cuales necesitarán hasta reformas de la Constitución, sin ánimo de ser exhaustivo, creo que son los siguientes :


  1. Nuevos mecanismos electorales de forma que hagamos más justa, y de paso más eficiente, la representación de los ciudadanos. Esto significará profundizar en la separación de poderes, no solo entre Ejecutivo y Judicial sino, muy especialmente, entre el Legislativo y el Ejecutivo, consiguiendo que la máxima prioridad de los cargos electos esté en defender los intereses de los ciudadanos que los han elegido y no los de los dirigentes que los designan para estar en las listas de cada partido.

  2. Redefinir el modelo de organización territorial de forma que la organización autonómica sirva para promover la igualdad entre los españoles de los distintos  territorios y definiendo, de forma clara, las competencias y financiación de cada nivel territorial: municipio, provincia, comunidad y administración central.

  3. Evolucionar hacia una nueva visión del estado del bienestar, que haga compatible preservar la calidad de servicio igualitaria para todos los ciudadanos con la aportación de eficiencia que puede suponer la participación  de empresas privadas.

  4. Reestructurar el rol de las Universidades españolas tanto en su vertiente de educación como en el de investigación, desligando esta restructuración de intereses partidistas y potenciando las inversiones públicas en este ámbito y ordenando la relación con inversiones privadas y el desarrollo económico.

  5. Abordar un nueva visión de la relación de España con los países Hispanos, enfocada a conseguir el mejor bienestar posible para los ciudadanos hispanos en cualquier parte del mundo, haciéndola compatible y sinérgica con el papel de España en la Unión Europea y aprovechando el beneficio que puede suponer para todos pertenecer a un grupo de más de 500 millones de personas con la misma lengua y mucha cultura común.

  6. Realizar los cambios legales e institucionales necesarios para volver a hacer de España el país abierto que se corresponde con nuestros orígenes y nuestra cultura. Abrir ordenadamente nuestras fronteras a todos los que quiera venir a ayudarnos a construir una sociedad y una economía responsable y realista. Nuestros grandes problemas demográficos pueden ser la gran oportunidad para construir una nueva visión y nueva energía para Europa.

  7. Terminar el proceso de asimilación de las realidades históricas de España, especialmente en lo que se refiere a los periodos de la Guerra Civil y la Dictadura de Franco. Esta asimilación social debe evitar que todos los partidos utilicen los episodios más duros de nuestra historia como arma de propaganda y que los españoles podamos utilizar sin limitaciones partidistas nuestros símbolos nacionales.

  8. Revisar en profundidad las relaciones entre el estado y las religiones, especialmente la católica, para llegar a un estado verdaderamente laico y que esa evolución no se convierta en una justificación para movimientos antirreligiosos.

Evidentemente no es fácil, nada fácil, pero los españoles tendemos a responder excelentemente ante retos muy difíciles y, además, estamos tocando fondo en nuestra confianza en las instituciones y las estructuras políticas y esto será una fuente de energía imprescindible para trabajar en esta Segunda Transición.

Mi propuesta concreta es crear un nuevo movimiento político, que competirá con los demás partidos por los votos de los ciudadanos, pero con algunas condiciones muy importantes:


  • Su programa político estará enfocado a conseguir estos cambios utilizando irrenunciablemente el consenso, el equilibrio y la moderación.

  • Esta iniciativa política se disolverá tan pronto como estos cambios estén resueltos o en proceso irreversible de solución.

  • Aportar a la vida política española, al menos mientras exista este movimiento, aires nuevos de alegría y un enfoque propositivo que saque de nuestro ánimo los enfoque negativos que envuelven todos los discursos actuales de los partidos.


Esto es lo que llamo el M2T, Movimiento para la Segunda Transición, para el cual será imprescindible contar con todas las manos, corazones y cerebros de españoles honestos y comprometidos que podamos encontrar.  

Manuel Galán - Enero de 2020  

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