Harakiri o revolución


Los políticos tienen privilegios. Los tienen y los conservan porque son ellos los que tienen que decidir eliminarlos y no les conviene. Si hiciéramos un referéndum para quitarles estos privilegios la mayoría a favor del SÍ sería apabullante pero ¿por qué no se convoca ese referéndum? La respuesta es obvia, ellos tendrían que convocarlo y nadie puede obligarlos.

Cuando hablamos de corrupción, todos opinamos que los corruptos deberían devolver todo lo que hayan ganado ilícitamente. No hay duda, pero ¿Por qué no se adaptan las leyes para introducir esto? Pues porque los únicos perjudicados serían los políticos y no les conviene.

En un país donde están regulados los incrementos de ingresos y precios de tantas cosas (medicamentos, servicios públicos, energía, etc.) los políticos, de cualquier nivel, pueden elevar sus retribuciones sin más que ponerse de acuerdo entre ellos mismos. ¿Cuál sería el resultado de un referéndum para abolir estas subidas de salarios? ¿Nos darán la oportunidad de votar? ¡Claro que no!

Los delitos de corrupción, que son gravísimos (roban el dinero de los ciudadanos para llevarlo a su patrimonio particular, abusando del poder que les hemos dado) deberían tener un periodo de prescripción muy largo. Pero no es así. ¿por qué? ¿Quién tendría que cambiarlo? Los propios políticos y no tienen la honestidad suficiente y nadie les puede obligar.


A estos temas podríamos sumar otros, algunos mucho más graves. Las listas cerradas, la disciplina de voto, ...

¿Se nos ocurriría dar a los taxistas la capacidad de decidir sus tarifas simplemente poniéndose de acuerdo entre ellos?

¿Cómo se nos puede haber ocurrido dar a los políticos la capacidad para decidir, ellos mismos, sin consultar a nadie, con total opacidad, todas las condiciones que regulan su trabajo, sus responsabilidades y sus privilegios? Es bastante descorazonador entender que, los ciudadanos, muy noble y generosamente, nos hemos puesto las esposas y hemos tirado la llave al mar.

Y ahora viene la pregunta más difícil de responder:



¿QUÉ SE PUEDE HACER PARA SALIR DE ESTE CÍRCULO VICIOSO?

Solo se me ocurren dos soluciones: la primera, votar a unos políticos lo suficientemente honestos y nobles para hacerse el Harakiri y cambiar todas estas barbaridades; la segunda, una Revolución, es decir, cambiar las reglas por métodos no contemplados en el ordenamiento actual.

¿Cuál de las dos opciones os parece más eficaz?

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