La estupidez de la ecología con encajes
Hoy he dormido mal. Anoche
maté un mosquito.
Estaba viendo la tele,
concentrado en uno de esos maravillosos espacios culturales de sartenes antiadherentes
de las 3 de la mañana. Note algo en el brazo, miré y sorprendí a un diminuto díptero
clavando su trompa en mi piel. No lo dudé, un manotazo rápido y el pobre nematócero
quedo reducido a una pequeña masa aplastada contra mi antebrazo.
Nunca me había pasado. Ese
pequeño insecto se convirtió en la causa de mi insomnio. No fue el picor.
Soy de una tierra donde hace años los mosquitos molestaban, no tanto por el
efecto de sus picaduras, sino porque había tantos que estorbaban para andar.
No, definitivamente el picor no lo sentí. Tampoco fue el sentimiento de culpa
por haber aniquilado la vida de un indefenso animal. A esas horas la culpa anda
muy relajada.
Realmente lo que no me ha
dejado dormir ha sido un proceso mucho más racional. Probablemente el proceso
racional por excelencia: ¡la duda! El pobre mosquito me hizo dudar. ¿Podemos
matar a un mosquito? Y lógicamente (nuestros cerebro funciona así) me empezaron
a surgir un montón de dudas asociadas y, como tantas veces, no me enteré de
porque las sartenes con el interior blanco son mucho mejores que las que lo
tienen negro.
Fue inevitable que me empezarán
a surgir mil reflexiones: Sí puedo matar a un mosquito pero no a un toro
y mucho menos a un perro ¿Por qué? ¿El tamaño? ¿El número de patas? Seguramente
tiene que ver con que los mosquitos se parecen menos a nosotros que los perros
o los toros. Luego lo que no parece lícito en matar (o maltratar) a un animal
que se parece a un humano.
Inmediatamente me asaltó
otra duda. Si nos parece lícito juzgar, con criterios sociológicos, las relaciones
entre humanos y otros animales. Si nos parece “avanzado” aplicar las reglas de
relaciones entre humanos a nuestras relaciones con animales ¿Por qué no aplicar criterios similares a las
relaciones entre animales?
Tenemos asumido que es
civilizado prohibir las peleas de perros o las de gallos pero ¿Qué deberíamos hacer
si un perro ataca a otro perro en la calle? ¿O si un perro ataca a un gato? ¿O
un gato a una rata? ¿Nos deberíamos sentir culpables por no evitar que un perro
mate a un gato? ¿Deberíamos evitar que un león se coma a una gacela? ¿Es patológico
no sentir empatía con la gacela? ¿Y cuando un camaleón se come una mosca? ¿Es
perverso no sentir lástima por la mosca?
¿Deberíamos, de alguna
manera, castigar al león que se come una cría de Ñu indefensa?
¿Es natural que un león mate
a los cachorros de león de otro padre? Definitivamente, sí, eso es lo natural.
Como siempre que una duda
nos produce insomnio, llegar a entender (o creer entender) la causa de las
dudas nos devuelve el sueño.
Mi conclusión fue contundente.
La naturaleza es compleja, incluye cosas que nos gustan y cosas que no nos
gustan pero que son la esencia misma de la naturaleza. Declararse ecologista e
intentar evitar los mecanismos de la naturaleza es un absurdo bastante estúpido.
Para proteger la naturaleza no hay otro camino que aceptar sus reglas por
encima de nuestras convenciones sociales. No asustarnos de la muerte.
Por fin entendí que sí, debía
matar a ese mosquito. Hay que dejar que el perro mate al gato. Que podemos (y
debemos) matar animales para comer y que es absolutamente estúpido intentar
extender a la naturaleza una ética y una estética llena de encajes y puntillas
y de visiones cursis tomadas de las normas sociales de los humanos.
En cuanto
entendí que simplemente estamos aceptando como un bien social la estupidez de
una ecología con encajes y que eso es algo tan tonto como la preocupación, cada
vez más extendida, por intentar morirnos sanos (esto lo dejo para otra entrada
del blog), me dormí
Estupidez: Torpeza notable en
comprender las cosas
Ecologia:
Defensa y protección de la naturaleza y del medio ambiente
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarBuenas Manuel. Suscribo tus palabras al 100%. No sé cómo hemos llegado a estos extremos, pero el caso es que decir hoy que uno está de acuerdo en sacrificar animales para comer o para, por ejemplo, saber más (no tiene otro propósito la investigación científica) automáticamente lo pone a uno en contra del "mainstream" que no es otro que una visión disneyana del mundo animal bastante irracional e irreflexiva. Malos tiempos para el racionalismo.
EliminarAh, y sigue con el blog. Se por experiencia que cuesta, pero merece la pena.
¡Saludos!
Nos olvidamos de que no somos dioses, ni que todo gira alrededor nuestro. Somos integrantes de esa gran naturaleza q tiene la Tierra, con sus leyes naturales que han permitido la evolución. Muy buen artículo
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