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Mostrando entradas de octubre, 2025

El pacto que nadie firmará pero todos necesitan: cómo Junts y el PP pueden salvarse mutuamente

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Puede que os recuerde a trozos de "El Príncipe" o que os suene a "El arte de la guerra", pero es el momento de apoyarnos en la visión de genios como Nicolás Maquiavelo o Sun Tzu. Porque la política no es un ejercicio de buenas intenciones: es gestión descarnada de poder, intereses y supervivencia. Y ahora mismo, tanto Junts per Catalunya como el Partido Popular están atrapados en un juego que los debilita a ambos mientras fortalece a sus competidores. Este artículo no es una llamada a la concordia ni un alegato moral. Es un análisis frío de cómo dos actores políticos enfrentados pueden salvarse mutuamente sin necesidad de confiar el uno en el otro, sin pactos explícitos, y sin renunciar a sus narrativas. Solo necesitan inteligencia estratégica . El diagnóstico: dos jugadores atrapados en un juego perdedor Junts per Catalunya y el Partido Popular llevan años enzarzados en un conflicto identitario que ya no sirve a ninguno de los dos. Cada escalada verbal, cada po...

La izquierda tiene 1,6 millones de trabajadores precarios. Los llama empresarios para ignorarlos

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Hay 1,6 millones de microempresarios en España. No son empresarios. Son los nuevos proletarios. El obrero de 1920 trabajaba catorce horas en una fábrica para un patrón que podía despedirlo sin motivo. El microempresario de 2025 trabaja catorce horas en su bar, su taller o su furgoneta para un sistema que puede arruinarlo sin aviso. Ambos están solos. Ambos son prescindibles. Ambos sostienen un sistema que los tritura. La única diferencia es que el proletario del siglo pasado sabía que era explotado. El microempresario de hoy cree que es empresario. Esa es la trampa perfecta del capitalismo moderno: convencer al trabajador precario de que es un emprendedor. Darle la ilusión de libertad mientras carga con todos los riesgos que antes asumía el capital. El autónomo no tiene jefe, es cierto, pero tiene algo infinitamente peor: tiene clientes que no pagan, administraciones que sangran, bancos que aprietan y un mercado que no perdona. Y encima, debe pagar por el privilegio de jugarse su pat...

Cómo el miedo a perder votos impide al Partido Popular ganarlos (y la lección que nos deja)

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El Partido Popular tiene un problema, y no es exactamente el que creen. Su gran obstáculo no es el PSOE, ni Vox, ni siquiera la fragmentación del voto. Es algo más simple y más paralizante: el miedo a perder lo poco que tiene. Imagínate a ese comerciante de barrio que lleva décadas con su clientela fiel. Cada mañana abre la persiana, saluda a los mismos vecinos de siempre, y se siente tranquilo porque sabe que esos clientes volverán. Pero hay un problema: cada año tiene menos clientes, porque nunca se atreve a renovar el escaparate. "¿Y si cambio algo y Don José deja de venir?", piensa. Mientras tanto, la competencia abre locales más atractivos y se lleva a los jóvenes del barrio. El comerciante no quiere arriesgar, pero a este paso, acabará cerrando de todas formas. Eso es exactamente lo que le pasa al PP. El síndrome del voto cautivo Desde que perdió el Gobierno en 2018, el partido se ha dedicado principalmente a no hacer ruido. Su estrategia se resume en esperar a que ...

Los que vendieron las bombas ahora venden la paz

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Los titulares vuelven a hablar de alto el fuego. Los mismos gobiernos que autorizaron transferencias de armas, vetaron resoluciones humanitarias y miraron hacia otro lado mientras caían hospitales, ahora posan como arquitectos de la paz. La coreografía es conocida: declaraciones solemnes, reuniones de emergencia, promesas de reconstrucción. Mientras tanto, en Gaza, los escombros aún humean y los niños aprenden a identificar cadáveres por la ropa. Lo que llamamos "conflicto" dejó de serlo hace tiempo. Es un espectáculo de poder donde cada actor interpreta su papel: indignación medida, condena sin consecuencias, solidaridad que no incomoda a nadie importante. Los comunicados oficiales hablan de futuro y esperanza, pero entre líneas se leen contratos de armamento, mapas de gasoductos y cálculos electorales. Le llaman diplomacia. Es contabilidad. Occidente ha perfeccionado el arte de parecer humano sin dejar de ser cómplice. Sus líderes se indignan en Twitter, se fotografían co...