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Mostrando entradas de agosto, 2025

Solo el pueblo salva al pueblo

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Cuando se habla de polarización, casi siempre se piensa en la división clásica entre izquierda y derecha. Sin embargo, esa es solo la superficie. La verdadera fractura, la que atraviesa de verdad nuestras sociedades, no está en la ideología sino en los intereses: por un lado los ciudadanos y por otro los políticos. Los ciudadanos vivimos pegados a la realidad. El despertador que suena temprano, el trabajo que hay que conservar, la hipoteca o el alquiler, los niños que necesitan atención, los mayores que requieren cuidados. La vida de la mayoría de la gente está marcada por la urgencia de sobrevivir, por la necesidad de sacar adelante a la familia, de conservar la casa, el coche, los pocos ahorros. En cambio, los políticos habitan un mundo distinto . Sus horarios, sus preocupaciones y hasta sus prioridades se parecen poco a los nuestros. Ellos dedican su tiempo a mantener privilegios, a jugar con presupuestos que no salen de su bolsillo, a cuidar una imagen pública que garantice que se...

Votar sin elegir: la gran trampa de las listas cerradas

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Imaginemos por un momento a Rousseau contemplando la democracia moderna. Si alguien le explicara que el poder legislativo de un país europeo, en teoría uno de los más cercanos a la voluntad popular, está amarrado por unas listas cerradas que deciden los partidos, probablemente sentiría un escalofrío . Y es que la realidad del sistema electoral español ha creado una desconexión profunda entre representantes y ciudadanos. Las listas cerradas, que fueron justificadas en la transición como un mecanismo para dar estabilidad a una democracia recién nacida, se han convertido en una reliquia que ya no responde a las necesidades actuales. Con el paso de los años, España ha madurado democráticamente y lo que antes podía tener sentido como una medida de transición ahora se percibe como un obstáculo para la verdadera representatividad. En Europa, la mayoría de las democracias han optado por sistemas más abiertos o mixtos. Sin embargo, en España las listas cerradas siguen siendo la norma, y con el...

Rumanía: una identidad forjada en la adaptación

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Viajar a Rumanía es mucho más que recorrer castillos, monasterios y paisajes que parecen sacados de una postal. Es, sobre todo, una oportunidad para observar cómo la historia se imprime en las personas y cómo un país moldea su carácter colectivo a través de los siglos. Durante mi viaje, intenté ir más allá de la imagen turística: miré cómo hablan, cómo se relacionan y cómo se describen a sí mismos. Y lo que encontré fue un pueblo marcado por una constante necesidad de adaptarse.  La historia de Rumanía está hecha de capítulos breves. Pocas de sus etapas políticas o culturales han durado lo suficiente para consolidar una identidad estable. La dominación romana, por ejemplo, apenas superó los 170 años. La monarquía, aunque simbólica en ciertos momentos, tuvo una vida corta y discontinua. El comunismo, intenso y opresivo, también fue relativamente breve en comparación con el peso que ha tenido en la memoria reciente. En muchos otros países, estos sistemas han perdurado durante siglos,...

Necesitamos la religión

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Hay un debate que se repite en círculos intelectuales, redes sociales y cafés progresistas: ¿deberíamos superar la religión como humanidad moderna y racional? En teoría, suena bien. La ciencia nos da respuestas, la ética se puede construir sin dogmas, y el progreso parece ir de la mano del laicismo. Pero siendo pragmáticos —y no idealistas— hay que decirlo sin rodeos: las religiones siguen siendo herramientas funcionales para organizar sociedades, y prescindir de ellas sin reemplazo es un error de diseño social. No estoy hablando de fe ni de teología. Estoy hablando de ingeniería social. Religión: una infraestructura emocional funcional La principal utilidad de la religión no es espiritual. Es emocional y conductual. Las religiones inducen comportamientos funcionales —como la cooperación, el autocontrol, la moral compartida— sin necesidad de educación profunda ni razonamiento filosófico. ¿La clave? Trabajan directamente sobre las emociones: culpa, miedo, esperanza, sentido, pertenenci...