Votar con racionalidad

Los partidos (y todos sus tentáculos) en estos días, tienen en mente un único objetivo: como influir en nosotros para conseguir que metamos en la urna la papeleta que les da el poder. Nada sorprendente, es muy lógico.

Ante ese interés de los políticos por influir, los ciudadanos podemos elegir entre dos actitudes, ceder y convertirnos en una derivación de sus tentáculos (consciente o inconscientemente) o pensarnos bien que vamos a votar y resistirnos a que manipulen nuestra voluntad.

La herramienta fundamental, casi la única, para manipular nuestra voluntad es la emoción (Esto no es solo aplicable a la política, es válido para cualquier proceso de publicidad) Por lo tanto debemos intentar no tomar decisiones sobre el voto basándonos en emociones. Dicho de otra manera, procuren evitar votar con el corazón o con el estómago, a esas vísceras van dirigidos todos los mensajes de los políticos (y los de sus tentáculos, por supuesto)


Si tienes que operar a tu hijo del corazón ¿quién prefieres que lo haga? Uno que le caía muy bien a tu padre, un doctor guapo y simpático o un equipo que sabes que tiene muy buenos profesionales y se toman cada operación como si fuera a un miembro de su familia.

Soy ingeniero, lo admito, no puedo evitar pensar en esto como en cualquier otro proceso de decisión importante. Lo primero para tomar una buena decisión es entender cuales son los criterios para decidir. En mi opinión, los criterios más racionales para elegir la papeleta son los siguientes:


  1. El partido en cuestión cuenta con personas bien cualificadas, con experiencia en las funciones que pueden tener que desarrollar. Es importante pensar en personas concretas que de verdad sean relevantes en el partido. De nada nos vale que haya alguien que nos gusta mucho pero no pinta nada ni va a estar en los equipos de gobierno.
  2. Las personas que pueden ocupar responsabilidades en nombre de ese partido son honestas. Igual que no me importa si el médico que operará a mi hijo fuma mucho o es homosexual, no tenemos que pensar en si es un partido lleno de “santos”. Lo importante es pensar si tienden a meter la mano en la caja o se dedican más a salir en la tele que a cuidar lo que les encargamos.
  3. Las decisiones que tomarán desde ese partido serán beneficiosas para el conjunto de tu Ciudad, Provincia, Comunidad o el conjunto de España.
  4. Tienes razones para pensar que el equipo de ese partido entiende los problemas que te afectan y tomará decisiones convenientes para ti y tu entorno cercano (familia, empresa, profesión, negocio)


Mi recomendación es que después de pensarlo bien  pongas una nota, de 0 a 10, a cada partido, en cada uno de los puntos, y luego multipliques la nota del punto 1 por 10, la del punto 2 por 8, la del punto 3 por 6 y la del punto 4 por 4. Finalmente suma el resultado para cada partido y vota al que te salga la mayor puntuación.

No cabe duda de que si todos los españoles siguiéramos este proceso para decidir nuestro voto amargaríamos la fiesta de muchos “Ivan Redondos” (que viven de tocar nuestras emociones para conseguir que votemos a quien les paga) pero lograríamos, a cambio, otros efectos muy beneficiosos, cómo reducir el gasto en publicidad, hacer que los medios de comunicación se dedicarán a informar y no a hablar con nuestro corazón o nuestras tripas y, sobre todo, y lo más importante, tendríamos la enorme satisfacción de saber por qué hemos elegido una papeleta y no otra y provocaríamos una influencia muy interesante en los partidos.

Yo en esta ocasión, con mucho más motivo que en otras, intentaré


Votar con racionalidad

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