Despertar a los avestruces

¡Qué poco nos cuesta despertarnos cuando sabemos que lo vamos a pasar muy bien!

¡Qué difícil despegarnos de las sábanas cuando no nos gusta lo que nos espera!

Cuando sabemos que vienen dificultades es inevitable la tentación de taparnos con la almohada o esconder la cabeza en la arena.

Llevo 40 años en el mundo de los unos y los ceros. La automatización, la informatización, la digitalización, la robotización o lo que ahora, ampulosamente, llamamos «transformación digital»

Hasta hace unos meses solo los “iniciados”, usando un lenguaje críptico, nos atrevíamos a hablar sobre este mantra de moda. De pronto hasta los tertulianos, sin entender nada esto (cómo en el 90% de los temas) pontifican sobre los beneficios y las amenazas del mundo digital.

Ya sabemos que los coches se conducirán solos, que Google y Facebook estarán al día de los terribles secretos de nuestras vidas (es imprescindible tenerlos para que esto sea un problema). Nos imaginamos cómo nuestro armario ropero creará la lista de la compra necesaria para que Zara nos ayude a mantener un buen fondo. Me refiero al fondo de armario.

Ya nos han contado que los jóvenes, todos, deben ir pensando en aprender cosas como bigdata, inteligencia artificial, internet de las cosas y otros hashtags similares.

Por supuesto, también sabemos de las grandes oportunidades de negocio y trabajo que nos traen estos mundos. No nos queda ninguna duda de lo buenos que son los americanos en estos negocios y de cómo los chinos (no todos) van detrás de los americanos pisándoles los talones (o vice-versa).

Por alguna razón, a todos estos reporteros que nos hablan de la digitalidad, se les olvidan algunas amenazas inquietantes.

Esta imponente ola global destruye 10 puestos de trabajo por cada puesto que crea. En 10 años, la conducción autónoma, los coches que se conducen solos, habrá generado 5 millones de camioneros desempleados en Estados Unidos, no sé cuántos serán en España, pero no menos de 500.000.

Para 2030 (solo faltan 10 años), en Estados Unidos (ellos siempre van por delante) habrán desaparecido el 50% de los puestos de trabajo que existen hoy. En España, en 2030, solo habremos perdido el 30%. ¡Solo! Unos 5 millones de desempleados más.

¡Que no cunda el pánico! Esos 5 millones de españoles trabajarán en otras cosas: servicios públicos, servicios sociales, arte, investigación, cooperación, muchas cosas maravillosas. Por fin la humanidad, gracias a la digitalidad, se podrá dedicar a las nobles labores que siempre soñábamos.

¡Esperen un momento! No empiecen a soñar tan rápido. Demasiado bonito para ser verdad. Hay tres pequeños detalles que pueden convertir nuestros sueños en pesadillas:

  • ¿Quién, cómo y con qué dinero pagará a estos nuevos empleados de 3er o 4o sector? La cacareada renta básica no será una realidad antes de 20 o 30 años.

  • ¿Quién se va a encargar de organizar el trabajo de esos 5 millones de personas? ¿Las ONGs? No están preparadas para multiplicar por 20, al menos, el número de personas y los fondos que gestionan. ¿El estado? Eso si da mucho miedo.

  • ¿Alguien está pensando en el tremendo cambio cultural que significa todo esto? Tenemos que decirles a nuestros jóvenes, al menos al 50%, que ser ambiciosos, productivos y competitivos ya no es el ideal. Es evidente que nadie está trabajando seriamente en esto.

Si no empezamos ya a trabajar o, al menos, a pensar seriamente en como adaptar nuestra sociedad hiper productiva al sueño de la digitalidad, nuestro incipiente sueño se convertirá en una durísima pesadilla.

Desde hace unos meses, con la ayuda de un maravilloso grupo de locos (en americano diríamos talentos “out of the box” y quedaría mucho más fino) estamos arrancando una fundación que pretende trabajar (e influir, claro) en esos tres factores que pueden evitar la pesadilla.

Aún discutimos sobre el nombre de la fundación, a mí me gusta Fundación Magallanes, por aquello de darle la vuelta al mundo (no en el sentido físico, claro) y por la nueva globalidad que supone la digitalidad.

La misión fundamental de esta fundación será conseguir que todos entendamos los riesgos de este futuro, que avanza hacia nosotros sin piedad ni misericordia, y nos pongamos a trabajar. Es decir, la Fundación Magallanes pretende ...

Despertar a los avestruces


Nota: Lo que iba a ser Fundación Magallanes, durante la pandemia, se ha convertido en la Asociación Foro Séneca

Comentarios

  1. Es una deducción lógica sobre el futuro que se avecina, pero, hasta en un asunto de tanta trascendencia social como el de la robotización y la consiguiente exclusión de una gran masa productiva, la mirada en el corto plazo de los i-responsables políticos nos conduce (una vez más) al desastre.

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    1. También contribuirá al desastre dedicar más esfuerzo en buscar culpables que en empujar soluciones

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